2022 está llegando a su fin. Apoyado en los valores de la resiliencia, solidaridad y cooperación el año termina habiendo afrontado importantes retos, de los que se pueden sacar grandes lecciones.

Marcado por la inestabilidad, este año ha supuesto un completo desafío caracterizado por la resistencia de la cadena de suministro. El pasado año ya eran visibles las consecuencias que derivaron de la globalización de procesos. Sucesos como la pandemia del Covid-19 y su posterior confinamiento hicieron de la logística un eslabón clave para la resiliencia.

Teniendo que lograr una adaptación a los constantes cambios derivados de la variabilidad del sector, estos últimos días es conveniente tomar un momento para recapacitar sobre las enseñanzas que nos ha dejado este intenso año lleno de enseñanzas.

Algunas de ellas vienen marcadas por sucesos como el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania o las tensiones en Taiwán, derivando en un aumento del precio de los combustibles y costes de transporte, así como en problemas en la distribución con el bloqueo de rutas esenciales para el transporte global.

El crecimiento y estabilización del e-Commerce como modelo de negocio ha producido un aumento en la petición de naves logísticas y espacios para albergar todas las ventas online. Problemas como la falta de suelo han salido a la luz, forzando a replantear estrategias inmologísticas para poder hacer frente a la alta demanda.

Todo ello arropado por la incorporación de la digitalización a la cadena de suministro de forma íntegra, se han logrado superar grandes retos que marcarán el futuro del sector. Demostrable en datos, la transformación de la infraestructura logística – para poder acomodarse a las exigencias de la demanda – ha ido guiada por la anexión a ésta de las nuevas tecnologías.

Un estudio de la consultora Deloitte muestra cómo el próximo 2023 la demanda de almacenes aumentará en torno a 80 millones de metros cuadrados. Para poder continuar realizando las tareas y procesos sin sufrir ninguna interrupción, la incorporación de distintas tecnologías en las instalaciones es un factor cada vez más esencial.

Sobre esta base se han sustentado las enseñanzas que nos guiaran de cara al próximo año, permitiéndonos concentrar en tres ejes el futuro de la inmologística.

Comunicación

Ante un escenario marcado por las interrupciones, falta de materiales y la variabilidad del mercado, la comunicación ha resultado ser una herramienta esencial. Durante este año se han vivido situaciones cuya repercusión ha estado, en muchos casos, fuera del poder de cualquier entidad.

Tratar con el cliente e informarle sobre los inconvenientes a los que hacía frente de manera continuada la cadena de suministro ha permitido lograr una confianza entre los distintos ejes que la conforman.

Incorporando así la transparencia ante un escenario basado en la incertidumbre ha permitido educar – tanto a distribuidores como a clientes – a entender los procesos desde una visión global e interconectada.

Flexibilidad

El cambio en los flujos de mercancías, demanda, y un largo etcétera de procesos ha generado un gran impacto en la gestión de las diversas áreas, todas marcadas por la flexibilidad del sector. Siendo el cambio tan difícil de predecir, pero tan directo en sus consecuencias, la cadena de suministro debe estar encaminada hacia la adaptación, incorporando estrategias basadas en la flexibilidad de todas sus fases.

Principalmente orientada hacia el área del almacenaje, incorporar la tecnología a los bienes inmobiliarios puede ofrecer una mejora en la rentabilidad y adaptación de la actividad a los cambios sociales. La automatización supone cada vez más una ventaja competitiva respecto a la adaptación a los cambios de modelo de negocio junto a los de la demanda gracias a sus sistemas de predicción y acondicionamiento.

Sostenibilidad

Por último, cómo no hablar de uno de los ejes que más ha instado al cambio en la logística, la sostenibilidad. Referida a sus dos significados – medioambiental y temporal – contar con una cadena de suministro eficaz, respetuosa y funcional a largo plazo resulta ser uno de los objetivos hacia donde orientar este nuevo año.

El impacto de las operaciones del sector resulta considerable, y reducirlo es posible añadiendo nuevas fórmulas que permitan reducir la huella de la actividad. Ya sea mediante una infraestructura adaptada o incorporando procesos optimizados, preocuparse por la sostenibilidad resulta esencial si lo que queremos es hacer frente al siguiente año de la mejor manera posible.