Es fácil pensar que el valor de la inmologística reside en el potencial económico de sus activos. Sin embargo, en los últimos años una tendencia está ganando peso a la hora de evaluar a la industria: su impacto social.
El peso de la sostenibilidad en el Real Estate logístico, centrado principalmente en los riesgos climáticos y la neutralidad en emisiones de carbono, ha hecho que esta sea una de las consideraciones más importantes a tener en cuenta a la hora de plantear un desarrollo.
De esta manera, en los últimos años, el mercado se ha centrado en la ‘E’ de ESG, construyendo edificios ecológicos que cada vez representan una parte más significativa de los proyectos de inversión.
No obstante, poco a poco, la ‘S’ de ese acrónimo está ganando impulso, de forma lenta pero segura, dentro de la comunidad inversora.
¿Qué es el valor social?
Cuando hablamos de valor social en inmologística, hablamos del compromiso que adquieren las empresas con las comunidades locales y con la sociedad en su conjunto. En términos generales, se trata de crear un impacto más positivo.
Esto se consigue cuando los edificios y las infraestructuras respaldan el bienestar ambiental, económico y social y, al hacerlo, mejoran la calidad de vida de las personas.
En resumen, crear valor social significa tener en cuenta no solo el valor económico, también el beneficio que las propiedades aportan en su conjunto cuando estas impactan en el bienestar de la comunidad.
Un compromiso, de principio a fin
El valor social de una nave se puede crear a lo largo de cada etapa del ciclo de vida de un proyecto. Para los promotores, esto implica garantizar que el desarrollo aborda las necesidades de la sociedad, por ejemplo, con espacios comunitarios; y las oportunidades que genera la construcción, como el empleo.
Cómo generar valor social
Al tiempo que la industria responde a las necesidades de inversores y partes interesadas, el papel del valor social se está convirtiendo en una de las principales demandas del sector, según revela el informe Emerging Trends 2021 Europe de PwC.
Sin embargo, son muchos los actores que todavía no saben cómo abordarlo. ¿Se puede establecer una estrategia general? ¿Por dónde empezar?
Lo cierto es que una de las características clave del valor social es que, lo que genera valor, depende de la ubicación del proyecto y de la comunidad afectada por él. Por ello, comprender y abordar las necesidades de esta es esencial para maximizar su aportación.
En líneas generales, el valor social debe mejorar la calidad de vida de las personas mediante el apoyo a los resultados ambientales, económicos y de bienestar social. Estos resultados cambian de un proyecto a otro, de una nave a otra, a medida que cambian las comunidades que los rodean.
Por ello, es imprescindible que los intereses de todas las partes implicadas estén alineados. Para lograr esto, las necesidades de la comunidad local deben evaluarse y abordarse periódicamente.
Una vez analizadas, las diferentes partes interesadas del proyecto logístico, como los propietarios, los agentes administrativos, los ocupantes y los proveedores, pueden trabajar juntos para ofrecer iniciativas que beneficien a la comunidad local.
Claves para hacer de la inmologística el vecino ideal
A pesar de la creciente concienciación, todavía falta mucho para comprender cómo se crea el valor social. En general, como define GLP, la idea es “hacer que los edificios sean más que muros y tejados”. El objetivo es integrarlos en el paisaje local, explorando al mismo tiempo la vía filantrópica corporativa – apoyar la cultura local, los proyectos económicos y a la sociedad en general -.
Para ello, existen cuatro parámetros que permiten evaluar los avances y el impacto de cada proyecto en este aspecto.
Habilidades y empleo
Las instalaciones crean puestos de trabajo y se convierten en una fuente de oportunidades laborales. El potencial de la inmologística, sin embargo, puede ir mucho más allá de las propias naves. El sector puede trabajar con centros educativos y universidades locales para crear oportunidades de formación, dotando de talento local a través de las herramientas necesarias para prosperar en el sector logístico.
Fomento del comercio local y responsable
La inmologística, como potencia inversora, es un gran apoyo para las economías locales. Previo a la edificación, durante y después, los promotores pueden escoger proveedores que cubran alguna de las necesidades core, como las compañías constructoras, o algunas periféricas, como empresas de reparto de comida que cubren la demanda de las plantillas.
Creación de comunidades más fuertes y saludables
Hay varias formas de apoyar a las comunidades locales: estableciendo asociaciones con organizaciones benéficas, organizando eventos que apoyen la diversidad o invitando a la comunidad a paneles de debate.
El objetivo es que el real estate logístico trabaje con iniciativas y organizaciones benéficas en las que contribuir, compartiendo experiencias y prestando apoyo en las labores de voluntariado e invirtiendo en planes que pueden aportar beneficio en la zona a largo plazo.
Protección y mejora del entorno
El acto de plantar árboles y plantas y el compromiso con los programas de protección de la vida silvestre pueden brindar beneficios para la salud y respaldar el impulso para promover y proteger la biodiversidad de la comunidad. Los esquemas de transporte ecológico son una excelente manera para que las personas contribuyan a los esfuerzos ambientales y mejoren su salud y bienestar.
En este caso, la meta es predicar con el ejemplo, mostrando a las comunicades que algunas de las prácticas que utilizan en las instalaciones se pueden replicar en los vecindarios colindantes.
En general, ha habido un marcado cambio en la mentalidad de la industria, con la expectativa de que las empresas y los inversores hagan una contribución positiva a la sociedad. Por ello, sin duda alguna, la inmologística no debe – ni puede – alejar del foco el peso que el valor social tendrá en las estrategias de negocio del futuro.